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Lecturas e interpretaciones del «Edipo Rey» de Sófocles

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A continuación presentamos una síntesis de las principales lecturas que se pueden efectuar sobre la obra. Con los términos «lecturas» e «interpretaciones» nos referimos a los diversos posicionamientos o puntos de vista que se pueden adoptar a la hora de enfrentarse al drama sofócleo. No pretendemos efectuar exégesis o interpretaciones profundas de la obra, sino tan sólo intentar organizar los puntos de partida para facilitar la lectura y guiar la reflexión final propia de cada lector. Para la presente clasificación de las lecturas e interpretaciones nos hemos basado en el criterio establecido por Luis Gil en su ensayo «De las varias lecturas del Edipo Rey«, originalmente una conferencia pronunciada en la Universidad de Granada en 1999.

  • Lectura ético-religiosa-existencialista.

a) Castigo de los dioses. Se ha destacado con frecuencia la importancia de los dioses en las obras de Sófocles. De esta forma, se ha interpretado Edipo Rey como la demostración del poder de los dioses sobre los hombres; los dioses nos dan lo que merecemos. De esta forma, los dioses castigan a Edipo porque ha cometido crímenes y debe pagar por ellos.

b) Tragedia sobre el destino. Al hilo de la anterior interpretación se encuentra la idea de que Edipo rey es una tragedia sobre el destino: el hombre no tiene voluntad libre, no controla su destino, sino que está a manos de los dioses.

c) El hombre en busca de su propio destino. Lesky critica las anteriores interpretaciones: no se trata del «drama del destino» en el sentido de que el hombre no lo controla y son los dioses los que juegan con él; tampoco se trata de que los dioses lo castigan porque es culpable de los crímenes, sino que es el propio hombre el que va en busca de su destino, aunque sea para autoaniquilarse. Como apunta Luis Gil, el propio derecho ateniense establecido por Dracón y Solón distinguía en los crímenes de sangre la intencionalidad: según esto, Edipo no es culpable de parricidio o de incesto, puesto que desconocía su parentesco con Layo y Yocasta. Edipo, por tanto, es un hombre inmerecedor de su destino y un hombre inocente, sin culpa. Para los griegos, las faltas o hamartías implicaban conciencia de los actos cometidos. No obstante, si bien no hay intencionalidad en sus crímenes, objetivamente los comete, objetivamente es culpable en el ámbito moral y religioso: el castigo de Zeus se abate tarde o temprano sobre el culpable y, cuando no, sobre sus hijos y descendientes. La familia de Edipo, como apunta Luis Alberto de Cuenca, recuerda a la familia de Caín, portadores del estigma por el asesinato cometido por Caín contra su hermano Abel. En definitiva, como decía Lesky, es el héroe el causante directo de su destino, puesto que él va en su encuentro. Esta última idea nos acerca a una de las interpretaciones más extendidas de la obra: la existencialista.

d) Interpretación existencialista. Los peligros del saber. Según esta idea, la obsesión de saber de Edipo es lo que causa su perdición. Él va en busca de su destino. Su búsqueda es no sólo la búsqueda del culpable de un crimen, sino una búsqueda existencial: saber quién es él mismo. El mensaje de la obra, pues, es una advertencia sobre los efectos perniciosos del excesivo deseo de conocer. La moraleja bien podría ser, utilizando las palabras de Pablo de Tarso en la Epístola a los Romanos, nolite sapere plus quam oportet (‘no intentes saber más de lo que es conveniente’). El propio Tiresias dice algo parecido en la obra: «es terrible el conocimiento cuando no aporta provecho al que conoce» (vv. 316-317). La santa ignorancia se contrapone a la peligrosa sabiduría. Es común entre los críticos la opinión de que uno de los temas fundamentales en Sófocles es el problema de la verdad y el conocimiento humanos. El empeño humano, parece ser la lección, por conocer sus límites no trae nada bueno. Una de las múltiples ironías de la obra, como veremos después, es que Edipo, caracterizado por su inteligencia –es el que desveló el enigma de la Esfinge con sus propios medios, no recurriendo a oráculos o aves, como le echa en cara al adivino ciego Tiresias–, desconozca su identidad y se resista a creer los oráculos y las revelaciones de Tiresias. Su incansable búsqueda de la verdad acabará causando la perdición de Edipo.

  • Lectura estético-literaria.

a) Estructural: investigación, trama detectivesca o «novela» policial. Precisamente la incansable búsqueda de la verdad de Edipo es el detonante de la estructura dramática de la obra. En efecto, el drama se presenta como una investigación, como si se tratara de una novela policial. De hecho, podríamos reducir el tema de la obra, tal como hace Luis Gil, así: «descubrir al homicida del anterior rey de Tebas, Layo, (…) lleva a Edipo a averiguar que es el asesino de su padre y que Yocasta, su esposa, es su madre». En Edipo Rey, además, una de las principales ironías, como se explicará a continuación,  es que el propio investigador del crimen sea el culpable del mismo, sin saberlo.

Otro de los aspectos por los que podemos relacionar el drama con una investigación detectivesca e, incluso, con una novela policial, es que Edipo, el investigador, en su afán por saber la verdad, pregunta, examina, se entrevista e incluso somete a careos cuasi-judiciales a todos los testigos que pueden aportar alguna luz al «caso». Cada testigo sabe algo sobre la verdad, va aportando indicios o pistas (que no siempre sabe ver –otra ironía– el lúcido, el desvelador de enigmas Edipo).

Sobre Edipo Rey como obra relacionada con el género policial (siempre limitada por la ironía de que el propio investigador es el criminal) reflexionó Maria Rosa Lida de Malkiel en su libro Introducción al teatro de Sófocles de 1944. Más recientemente, Graciela Villanueva retoma y refuerza -«el texto de Sófocles puede ser visto como fundador del género policial en su sentido más radical», pág. 7- esta idea en su interesante artículo «De Tebas a la Zona: derroteros policiales del mito de Edipo«. Podéis leer un útil extracto del artículo de Villanueva realizado por Manuel Ángel Fernández Álvarez.

b) La ironía trágica. Como se ha repetido en numerosas ocasiones, una de las principales características  de la tragedia y, en concreto, de las tragedias de Sófocles es la ironía trágica, esto es, el contraste entre la omnisciencia del espectador (que ya conoce el mito, que ya sabe el desenlace de la obra de antemano) y el conocimiento parcial de los hechos y la ignorancia del desenlace por parte de los personajes.

c) La tragedia modélica. La estructura de la obra, como bien indicó Aristóteles en su Poética, es modélica, pues en ella coincide la peripecia (el paso de la dicha a la desgracia) con la anagnórisis o reconocimiento (el paso de la ignorancia a la sabiduría). Como decíamos antes en la interpretación existencialista, ahí reside la principal clave de la obra, y la principal ironía: el conocimiento (o reconocimiento, o auto-reconocimiento, puesto que Edipo al final sabe quién es realmente) comporta la desdicha, el sufrimiento, el pathos. Según Aristóteles, el reconocimiento, la peripecia y el sufrimiento (pathos) comportan compasión y temor. Sentimos compasión por la persona que no merece ser desdichada: como ya hemos visto, Edipo es «inocente» de los delitos de parricidio e incesto. El temor lo sentimos porque empatizamos con el héroe, lo vemos igual a nosotros, un hombre con virtudes y defectos, un ser que sufre y se equivoca: no es ni un ser irreprochable –objetivamente mata a su padre y comete incesto con su madre, sin saberlo–  ni un ser malvado –no se observa la intencionalidad en sus delitos–. Así lo expresa Aristóteles: «[la compasión] se refiere al que no merece su desdicha, y [el temor], al que nos es semejante; la compasión, al inocente, y el temor, al semejante» (1453a 1-5).

d) La tragedia en el folclore y la leyenda. Por otra parte, la obra de Sófocles se puede relacionar con algunos temas folclóricos recurrentes en diferentes leyendas y cuentos populares. Nos referimos, sobre todo, al tema del niño expósito, abandonado por sus padres y a su reconocimiento por medio de señales y símbolos (uno de los cuales es la hinchazón de los pies de Edipo). La historia de Edipo, pues, se relaciona con la de Moisés o Rómulo y Remo. La diferencia con otras leyendas que desarrollan este tema es que mientras éstas tienen un final feliz, Edipo rey tiene un final desgraciado: el reconocimiento, repetimos una vez más, conlleva la desgracia.

e) Interpretación formalista. Finalmente, la última interpretación de este plano estético o literario es la menos productiva. Según una interpretación que podríamos calificar de formalista la obra no tiene significado profundo a único: Sófocles, un artista puro, compone una obra de arte a partir de un mito; los dioses sólo son parte de la maquinaria dramática; la obra sólo desarrolla el terror de las coincidencias.

  • Lectura socio-política. Por la misma época en la que se estrenó la obra (ha. 430 a.C) está documentada la plaga de peste que asoló Atenas. Se ha relacionado la peste de Tebas con la ateniense y el personaje de Edipo con el del legislador Pericles, que también tiene sobre sí la maldición y cae en desgracia. Por otra parte, el tema del tirano, de raigambre folclórica o legendaria, lo podemos relacionar con la lectura existencial del drama: la moraleja de la obra podría entenderse como un aviso sobre los peligros que comporta el gobierno de una inteligencia privilegiada (Edipo resuelve con su sagacidad el enigma de la Esfinge; Pericles era un hombre culto y sabio). Como afirmaba el sabio Cleón, la ignorancia unida a la moderación es más útil a la ciudad que la destreza con intemperancia; los mediocres, por tanto, gobiernan mejor que los inteligentes.
  • El complejo de Edipo. La interpretación de la obra realizada por el psicoanalista austriaco Sigmund Freud podemos calificarla de aberrante. Concretamente Freud se centra en la atracción sexual inconsciente por la madre y el odio hacia el padre. Recordemos que Edipo no sabe hasta el final que Yocasta es su madre, y mata a Layo sin saber que es su progenitor. Parece ser que Freud basó sus conclusiones en un parlamento entre Edipo y Yocasta en el que la madre le dice al hijo que no se preocupe por las sospechas de incesto, ya que es común en muchos hombres tener sueños de este tipo con sus madres. Desde la antigüedad se interpretaba simbólicamente estos sueños incestuosos: eran presagio de volver a la patria (la madre) o de morir (volver a la tierra).

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BIBLIOGRAFÍA

– Aristóteles, Poética, Madrid, Gredos, 1974. Trad. Valentín García Yebra
– CANO CUENCA, Jorge, Introd. y Epílogo a Sófocles, Edipo Rey, Madrid, Cátedra Base, 2010
– CUENCA, Luis Alberto de, Prólogo a Sófocles, Tragedias completas, Madrid, Edaf, 1990.
GIL, Luis, “De las varias lecturas de Edipo Rey”, CFC: egi 10 (2000), pp. 71-89.
– LESKY, Albin, Historia de la literatura griega, Madrid, Gredos, 1985.
– VILLANUEVA, Graciela: «De Tebas a la Zona: derroteros policiales del mito de Edipo«


5 comentarios

  1. awatif dice:

    Madre mia Juan Ramon lo que me ha costado escribir un comentario en el blog pero al final lo conseguí 🙂 pero me hacia ilusion escribir algo en el blog aun que solo sea para decir ola.

  2. Bienvenida al castillo, Awatif.
    Seguro que el esfuerzo por franquear el foso repleto de fieras y las inexpugnables murallas ha merecido la pena: ahora podremos disfrutar todos con tus incisivos comentarios…
    Ejem, recuerda cuidar la ortografía, ejem

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