1. INTRODUCCIÓN
El emperador Augusto
La época de esplendor de la poesía latina se produce en el siglo I a.C. Coincide con los mandatos de César (100-44 a.C.) y Augusto (63 a.C-14 d.C.). En este siglo desarrollan su actividad los ‘poetas nuevos‘, poetae novi o neotéricos latinos, renovadores de la lírica latina que reivindican la lírica griega y alejandrina. Entre ellos sobresalen Catulo –un poeta culto y refinado, heredero de la lírica griega, en especial de Safo, del que se recuerdan, sobre todo, sus poemas amorosos de honda subjetividad dedicados a Lesbia– y Propercio, cuyas elegías a Cintia se encuentran entre los poemas latinos más bellos. Otro poeta sobresaliente del periodo es Lucrecio, cuyo poema épico De rerum natura expone en hexámetros las teorías del filósofo griego Epicuro. En la primera mitad del siglo I a.C. la oratoria y la filosofía florecen de la mano de Cicerón. Augusto asume el poder absoluto en el 31 a.C. El emperador inicia una política de renovación moral de los romanos, en decadencia a causa del enriquecimiento del Imperio, y recuperación de los valores nacionales después de las guerras y conflictos políticos internos. Su largo mandato (entre el 23 a.C. y el 14 d.C.), conocido como Paz romana o Pax Augusta, coincide con la época dorada de la literatura latina: en ella producen su obra los tres poetas latinos más importantes: Virgilio, Horacio y Ovidio. De hecho, el emperador Augusto, de acuerdo con su plan de recuperación del orgullo nacional, se preocupó por impulsar las letras latinas. En esta tarea tuvo mucho que ver su consejero y amigo Mecenas. Este rico y refinado personaje protegió e impulsó las carreras de, entre otros, Virgilio y Horacio. Este respaldo decisivo explica la propaganda y alabanzas de las políticas del emperador que observamos en la obra de estos poetas.
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