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El Decamerón y otras colecciones de cuentos medievales

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Waterhouse_decameron

John William Waterhouse: A tale from the Decameron (1916)

Pueden distinguirse tres tipos de cuentos o relatos breves en la Edad Media: a) relatos de intención moralizante, como los “exemplos” que utilizaban los predicadores para ilustrar sus sermones, b) los fabliaux franceses surgidos en el siglo XII reflejan con intención satírica y crítica un mundo de estudiantes goliardescos, prostitutas, maridos engañados y pícaros que habitan en una sociedad cruelmente denunciada; c)  cuentos folclóricos de trama fantástica transmitidos oralmente cuya intención es fundamentalmente entretener. Ejemplo de este tipo de relatos son los Lais franceses, cuentos orales de temática fantástica y caballeresca relacionada con la Materia de Bretaña (el rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda, Lanzarote, etc.) que refundió María de Francia en el siglo XII, aportándoles los esquemas del amor cortés de la poesía trovadoresca.

En la Edad Media los cuentos se difundían normalmente en colecciones. La mayoría son de origen grecolatino  o hindú, transmitida esta última por los árabes. La colección de cuentos hindú más importantes es el Panchatantra. El texto data del siglo IV a.C pero los relatos incorporados fueron compuestos con anterioridad y transmitidos oralmente. Se trata de una colección de setenta relatos, principalmente fábulas, ordenados en torno a cinco temas: la separación de los amigos, la forma de entablar amistades, la batalla entre cuervos y búhos, la pérdida de lo que se ha ido adquiriendo y los actos realizados sin reflexionar. El hilo conductor de las historias es el propósito de educar a un joven príncipe sobre cómo obtener el éxito en la tierra. El Panchatantra fue versionado en castellano en el scriptorium de Alfonso X el sabio en el siglo XIII con el nombre de Libro de Calila e Dimna. El texto circulaba en árabe por Europa desde el siglo VIII y autores como Ramon Llull, que leía el árabe, tuvo acceso a ellos. De hecho, en su Llibre de meravelles, concretamente en una de sus diez partes, la dedicada a las bestias, se observa la huella de esta colección de apólogos hindú, así como de las Mil y una noches y el Roman de Renard francés.

Ilustración de las Mil y una noches

La colección de cuentos árabes más influyente en la Edad Media es Las mil y una noches. Es una colección de tradición oral escrita en árabe y compilada entres los siglos IX y XIV. Se utiliza el recurso del relato dentro del relato (o de las muñecas rusas): al contarse un cuento de repente surge otro cuento y ése crea otro hasta que termina el primero, como si se tratase de cajas encerradas en otras cajas. El marco de los cuentos es la historia de Sherezade, la hija de un visir que consigue postergar su muerte –su marido, el rey, asesina a todas sus esposas– contando cuentos durante la noche que interrumpe al llegar el alba. El rey, deseoso de conocer el final de los cuentos, escucha durante mil noches a su mujer y le conmuta la pena en la noche mil y una. Al final ella le da dos hijos y viven felices. En esta colección aparecen algunos de los cuentos infantiles más famosos de la literatura: «Aladino y la lámpara maravillosa», «Simbad el marino» o «Alí Babá y los cuarenta ladrones».

Los exempla (cuentos ejemplarizantes) contenidos en las colecciones fueron utilizados, separándolos de la estructura en que estaban insertos, por los predicadores –los principales fueron los dominicos y los franciscanos, órdenes creadas a comienzos del siglo XIII– para hacer más entretenidos sus sermones y así hacer llegar sus doctrinas a amplios auditorios; son ejemplos, por tanto, del tópico docere et delectare (enseñar y entretener). La estructura habitual de estas colecciones se basa en la técnica del cuento dentro del cuento o metarrelato. En ocasiones el esquema (en forma de marco) es un maestro que alecciona a su discípulo por medio de los exempla. Por ejemplo, el Calila e Dimna está destinado a la educación de príncipes mediante el procedimiento de las preguntas y respuestas entre un rey y un filósofo, que da paso a cuentos ejemplarizantes o exempla contados y protagonizados por animales. El recurso de emplear animales como protagonistas para ejemplificar conductas humanas ya lo encontramos en las Fábulas del griego Esopo (siglo VI a.C.). Los lobos Calila y Dimna son los que cuentan un mayor número de cuentos, en muchas ocasiones imbricados unos en otros en la llamada estructura de muñecas rusas (o de relatos enmarcados).

La narración breve alcanza su apogeo en la Baja Edad Media (siglos XIV-XV). Tres de las colecciones de cuentos más importantes de la Edad Media son del siglo XIV: El Decamerón, Los Cuentos de Canterbury y El conde Lucanor.

El Decamerón (1353) del italiano Giovanni Boccaccio está formado por cien cuentos (algunos son novelas cortas) relatados por diez jóvenes nobles (siete mujeres y tres hombres) que se refugian durante diez días (de ahí el título) en una villa en las afueras de Florencia, huyendo de la peste (1348) que asola la ciudad.  Para entretenerse deciden contar cuentos y cada noche se elige un «rey» o jefe que decide el tema. Los cuentos suelen girar en torno a tres temas principales: el amor, la astucia y la crítica de costumbres sociales. Los relatos están cargados a menudo de erotismo, como el del pícaro Lamporecchio, que se hace pasar por mudo para trabajar de jardinero en un convento cuyas monjas no pueden evitar las tentaciones lujuriosas. La pasión hace enloquecer a algunos amantes, como Lisabeta, que entierra la cabeza de su amante en una maceta de albahaca. Algunos están ubicados en lugares lejanos y exóticos, pero la mayor parte de ellos están ambientados de forma realista en la sociedad de la época, en los siglos XIII y XIV, en Florencia y Nápoles. Los personajes de los cuentos son gente corriente, con defectos y vicios. Esta obra representa el triunfo de los ideales burgueses del incipiente Renacimiento.

Los cuentos de Canterbury (ha. 1380) del inglés Geoffrey Chaucer deben mucho a la obra de Boccaccio. El marco es parecido: ahora son unos peregrinos (representativos de todos los grupos sociales: un caballero, un fraile, una monja, un mercader, un médico…) que coinciden en una taberna mientras se dirigen a la catedral de Canterbury. Allí deciden contar cuentos para amenizar la peregrinación, que dura varios días. Chaucer dejó inconclusa la obra, ya que sólo se narran los cuentos de la ida (24) y no los de la vuelta del viaje. La obra tiene muchas semejanzas con El Decamerón, pero se diferencia en la variedad de los personajes narradores, la diversidad de temas de los cuentos y en que está mayoritariamente escrita en verso.

Ilustración de los Cuentos de Canterbury

El Conde Lucanor (1335) es la obra más conocida del poderoso noble toledano Don Juan Manuel. La primera parte,  el «Libro de los exemplos», es una colección de 50 cuentos enmarcados con intención didáctica. Los personajes de los diálogos que enmarcan los cuentos son el Conde Lucanor y su consejero Patronio. Lucanor es un noble rico, impulsivo y algo ingenuo que lleva la ajetreada vida propia de los señores feudales y que se enfrenta con problemas característicos de los de su clase (casi siempre relacionados con la guerra, la honra y el dinero). No obstante, a veces las preocupaciones son más generales, como cuando pide consejo sobre cómo identificar a un buen amigo o cómo conviene tratar a quien pide mucho y no da nada a cambio. Su interlocutor es su fiel y maduro consejero Patronio, que destaca por su sabiduría práctica. Los cuentos que relata éste para aconsejar a su amo se pueden catalogar en dos grupos: los que muestran a individuos que se comportan de manera ejemplar y los que presentan a personajes que toman decisiones equivocadas. En general, los cuentos de El conde Lucanor son un elogio de la prudencia: alertan sobre vicios como la avaricia o la ingratitud y enseñan a ser precavidos, adaptarnos a las circunstancias, vencer las tentaciones o distinguir la verdad de la apariencia. Aun así, este «manual de autoayuda» medieval relaciona las actividades mundanas con las espirituales. Además de considerar lícita la preocupación por la riqueza, se defiende la doctrina medieval de que para ganar el cielo cristiano se deben realizar en vida las obligaciones propias del estamento al que se pertenece: en este caso los nobles deben hacer la guerra. «El libro de los exemplos» sigue la estructura del relato enmarcado: el diálogo entre el conde y Patronio es el marco en el que se inserta el cuento o exemplo que relata éste a aquél. Esta obra ha gozado desde siempre de fama y reconocimiento. Su amenidad y sabiduría (de nuevo el docere et delectare) han ganado el favor de los lectores, también de los más jóvenes, ya que siempre ha sido un libro clásico de la escuela. Además, contiene cuentos tradicionales que han pasado a formar parte de la cultura popular: el cuento de «Doña Truhana» es una versión del cuento de la lechera y «Los burladores que hicieron el paño» fue popularizado en el siglo XIX por Hans Christian Andersen, por ejemplo.

El Decamerón y otras colecciones de relatos medievales en pdf

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